Esa noche escuché como se abría la puerta que había dejado emparejada, minutos antes había imaginado que regresarías. Debí haberla cerrado completamente, así me hubiera dado unos segundos para prepararme. Al sentirte arrastrandote entre las sábanas me dio miedo, creo que un poco más que la última vez, quizá porque ya sabía lo que me esperaba no porque me disguste tu visita sino porque ésta si sería la última.
La primera lágrima salió justo al primer toque. Pero todo en silencio. Me dijiste Hola grosera, ¿porqué no me buscaste?. No respondí, solo voltié a sonreirte. Dejé que me hicieras el amor aunque para ti fue solamente cogerme de nuevo. Repetiste me gusta venirme adentro. Volví a sonreír.
La última lágrima salió cuando te llevaste todo y me dejaste vacía.
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